Plegarias donde nos florece el alma

Son las sombras en el viento, son los sonidos del fagot espiritual, son los acordes eco del sintetizador quienes elevan su oración al Papá bueno... son esas emociones donde nuestras almitas vuelan, se acunan, se entrelazan....
     Son en esas plegarias, en esos salmos impregnados de tus huellas donde se conjuran cada palabra sesgada que desgajó de tu alma un retazo de amor,  cada odio hilado en darnos la espalda que nos cubrió con los ropajes del resentimiento,  cada maltrato físico que nos hizo sentirnos más pequeños, cada lágrima plena en tus ojos pero sobre todo en los ojos cerrados de tu niño interior, en cada amor no comprometido que nos llenó de miedos y desconfianzas, pero sobre todo de soledad y lágrimas...
       Y amaneces pues en estos acordes, en estas palabras plegaria por donde el Papá bueno nos regala un nuevo latido, un nuevo amanecer, una nueva primavera,  te das la mano con la hermana, siempre madre, naturaleza, te abres por fin a cada pétalo que en tu cara, palabras, mirada, sonrisa, es flor en la sonrisa, mirada, palabras y almita buena de los demás... y entonces la palabra sesgada se convierte en palabra puente, en palabra abrazo con la que nuestra alma florece, primaverea; el odio levanta sus temidos ventajes y en la tierra árida el sol lame las heridas y el agua fecunda de nuevo tus semillas; el maltrato que nos hizo más pequeños nos enseña en cada herida la pequeñez de quien nos lo infringió y nos muestra dulce, sanador, cómo cada herida nos hizo llenarnos de la necesidad de llenar a los demás de ternura; las lágrimas son ese cauce por donde las manos del Amado y de los amados nos entrelaza, nos abraza, nos llena de estrellas las miradas. 
  
  Son pues estas melodías por donde se comunica el alma y en silencios nos late tiernamente nuestra almita buena siendo sementera de nuevos latidos, melodías y plegarias, buenas tardes

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