Donde latís alegría y nieve

       Los reflejos del silencio son los reflejos del alma...
Los latidos íntimos del piano son cada sonrisa y
cada palabra del Papá bueno...
Son esas corrientes que mecen en cálidos sueños
abrazos, sonrisas y ternuras...
Son esos latidos que en nuestras almitas,
nuestras almitas buenas
amanecen tantos ponientes al lado de nuestros niños
Isma y Miri...
El sonido, el leve y errante sonido del violín
colándose entre nuestros sueños;
son esas nostalgias por donde se nos cuelan
su risa, su amanecer, sus almitas, sus almitas buenas...   
  Hoy mientras escribo,
mientras deslío cada alma, cada hoja de otoño,
cada rama por donde se cuelgan mis recuerdos
Hoy mientras escucho caer la lluvia,
mientras escucho cómo a cada gota, cada humedad
se abre hogar mi piel
mientras miro cómo tras las pisadas de los transeúntes
flauta dulce, beso cálido
cada paso, cada alegría, cada locura niña
se cuelan, se hacen luz...

      Hoy mientras plegarias benditas
alzan sus brazos al cielo
hacen cosquillas a las barbas del Papá bueno
hago tañidos de violín entre las nubes
para acariciar con mis manos sus jóvenes
pechos, sus carcajadas niñas,
sus ojillos, sus ojillos grandes de niño...

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