Trenza de cometas para que el Papá bueno nos encuentre

     Acordes...
Luz...
Candilejas de emociones...
El piano tantea,
enhebra en nuestras manos,
en nuestras almitas buenas
latidos, amaneceres...

     Plegaria...
Acordes de plegarias...
La voz susurro,
voz alma,
sonríe entre acordes y sonrisas de piano,
alza las manos,
se dirige al Papá bueno como el almuacín
quebrándose, llenándose de antiguas heridas, ayayyaya:
¿no eras Tú lo suficientemente fuerte?
¿adónde nos han conducido todas nuestras obras buenas?
¿por qué nos has dejado una vez más solos?...

   
Acordes...
Versos húmedos...
versos de lágrimas,
de trenzas de cometas para que el Papá bueno nos encuentre...
Las palabras
se enredan a cada ser amado,
a cada acción buena que nació en nuestras manos,
que nació en nuestro corazón...
y entonces las palabras,
entonces los acordes, las melodías...

      Acordes de túnica y sandalias en el sendero...
La voz,
esa voz alma,
esa voz latido...
Sembrador de caminos,
que tantas veces recorriera el sendero
abraza a nuestros niños internos,
los besa con ansia
para que puedan alzarse de nuevo,
para que el Papá bueno
pueda enredarse a cada plegaria,
a cada acorde,
a cada sonrisa de piano que en nuestras manos
sonríe dulce, sonríe generosa,
y entonces dulce, serena... responde, entonces...
quiebra los mantos de la noche...
y el Papá bueno nos besa,
nos abraza, nos arrulla, ya dormidos,:
Prudencito, Mariita,
os quiero, claro que os quiero.

De: Pruden Tercero Nieto mayo 2013

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